El desplome del poder adquisitivo hace que gran parte de los argentinos no lleguen a fin de mes, y adopten diferentes estrategias para satisfacer sus necesidades básicas. Crece el endeudamiento.
Inflación, dólar, superávit fiscal. Empiezan a aparecer signos positivos en la macro, pero el Gobierno no logra que estos buenos índices lleguen a la gente. Es decir, esta mejora aún no se traduce en el día a día del consumidor y, como consecuencia directa, el argentino de a pie no solo no llega a fin de mes y debe restringir su consumo, sino que crece el endeudamiento.
En plena economía de guerra, se asienta la tendencia de la clase media a recortar “los gustitos” y actividades recreativas o servicios que antes eran habituales pasaron a ser casi un lujo.
Según un estudio de la consultora Moiguer -especializada en consumo- , en comparación al año pasado, el 80% recortó los asados con amigos y familiares. Específicamente, el 43% redujo la frecuencia y el 37% directamente lo eliminó de su itinerario. Un dato complementario es que el 17% de los encuestados respondió que no puede comprar carne para comer al menos dos veces por semana.
En la lista de los rubros que la clase media ajustó también quedaron retraídas en un 80% las salidas a tomar un café o un helado, y en un 75% las actividades deportivas, sólo por nombrar algunos ejemplos. Estos datos dejan entrever que, más allá del consumo restrictivo, lo que se van viendo afectado son los hábitos de encuentros con gente querida y actividades sociales.
Fuente: mdz